Apuntes para una biografía
Cristina Peri Rossi nació en Montevideo el 12 de noviembre de 1941, en una familia de inmigrantes italianos, fue la mayor de las dos hijas del matrimonio formado por Ambrosio Peri y Julieta Rossi. Sus bisabuelos maternos, Agustín Nocetti y Marcela Frugone, habían llegado muy jóvenes a Uruguay huyendo del hambre y la miseria de su Génova natal; en los quince años que duró el matrimonio tuvieron once hijos, de los cuales sobrevivieron ocho. Su abuela María Luisa, que había sido concebida en el viaje que cruzó el océano, se hizo cargo de sus hermanos cuando murieron los padres. La familia paterna era oriunda de la localidad de Tala. Su padre se desempeñaba como obrero textil y su madre era maestra, fue ella quien le transmitió el gusto por la lectura y la música.
Cuando tenía cinco años, a causa de una infección de tuberculosis, vivió una temporada en el campo, en la casa de sus tíos abuelos, María Elena y Américo, en la localidad de Casupá. Su tío era el jefe de la estación de trenes y su tía era la directora de la escuela rural. Esos meses de mucha libertad suponen el encuentro de la niña con el campo, la naturaleza y los animales. Estos episodios son el punto de partida de su novela autobiográfica La insumisa (2020).
Cursó estudios primarios en la escuela n.° 86, José Enrique Rodó, del barrio montevideano Reducto, donde vivía su familia materna. La casa de su abuela en la calle San Martín, en la que residían además varios tíos y tías, ocupará un lugar privilegiado en su infancia. Desde temprana edad desarrolló el gusto por la lectura, leía todo lo que llegaba a sus manos. En la biblioteca de su tío Carlos –Tito–, realizó importantes descubrimientos: desde los clásicos grecolatinos hasta Faulkner, Woolf, Saroyan, Sartre, Lorca, Vallejo, Rubén Darío, entre otros. En 1954 ingresó al liceo Rodó ubicado en ese entonces en la calle Colonia entre Convención y Río Branco.
Asistía con regularidad a la Biblioteca Nacional, donde pasaba gran parte del día, leyendo a Simone de Beauvoir, Salinger y los escritores rusos del siglo XIX, con especial predilección por Dostoievski y Chéjov. «Como no tenía dinero para comprarme los libros, empecé a hacer la jornada completa de la Biblioteca Nacional de Montevideo. Estaba entusiasmada. Había muchos más libros que en la biblioteca de mi tío y podía obtener toda la información que deseaba. Un día, en la Biblioteca Nacional, descubrí El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, que leí minuciosamente y me aclaró definitivamente la cuestión de la identidad femenina y la escritura».
Culminó Bachillerato en 1959 y al año siguiente rindió el examen de ingreso al Instituto de Profesores Artigas, donde cursó la carrera de Literatura. En dicha prueba debió desarrollar el tema «Las mujeres en Eugenia Grandet de Balzac». Comenzó su exposición con estas palabras: «Dice Simone de Beauvoir en El segundo sexo: “No se nace mujer, se llega a serlo”». Los integrantes del tribunal le confesaron tiempo después que no conocían a la pensadora francesa.
A comienzos de los sesenta empezó su militancia política y su identificación con los ideales de la Revolución cubana. En 1961 asistió al Paraninfo de la Universidad para escuchar el discurso de Ernesto Che Guevara. A causa del atentado que en esa oportunidad sufrió el comandante, en el que resultó muerto el profesor Arbelio Ramírez, debió refugiarse de las bombas lacrimógenas en El Sportman, el emblemático bar ubicado frente a la Universidad.
Mientras estudiaba en el instituto, publicó su primer libro, Viviendo (1963), en la editorial Alfa dirigida por Benito Milla, editor español que se había exiliado en Uruguay. Se trata de un libro con tres cuentos protagonizados por mujeres que exploran el opresivo mundo femenino.
Antes de terminar el profesorado, en 1964, comenzó a trabajar como adscripta en el liceo Rodó. Poco después se desempeñó como docente en el liceo Instituto Batlle y Ordóñez, que estaba bajo la dirección de Alicia Goyena.
En julio de 1967 fundó la revista Latitud Sur junto con Enrique Fierro, Alberto Mediza y Miguel Padilla. Fue ella quien redactó la presentación en la que reflexionaba sobre la función de la literatura: «Otros enardecidos o pálidos jinetes vendrán a sustituirnos a su hora, y a empezar, sobre nosotros, entre nosotros, después de nosotros; ellos quizás sepan entonces qué es la literatura, cuál su importancia, su función, si debe o no ser social, si mero juego o fantasía diletante o bastimento».
Ese mismo año comenzó su actividad periodística en El Popular. El año 1968 fue decisivo para su carrera literaria e intelectual: recibió una mención en el concurso de poesía de ese medio de prensa con el poema «Ellos, los biennacidos». A su vez, el jurado formado por Eduardo Galeano, Jorge Onetti y Jorge Ruffinelli otorgó el Premio de los Jóvenes de Arca al volumen de cuentos Los museos abandonados.
Al año siguiente recibió el Premio de Novela de Marcha por El libro de mis primos (1969), alegoría que relata la historia y caída de una familia, en la que el derrumbe de la jerarquía familiar coincide con la destrucción de un orden simbólico. Rápidamente se convirtió en una de las representantes más joven de lo que Ángel Rama llamaría la generación de la crisis. Fue por invitación del crítico del 45 que comenzó a colaborar en el semanario Marcha, actividad que desarrolló hasta 1972, año en que se exilió. La última intervención antes de su partida fue un comentario sobre la primera edición de Los papeles salvajes (Arca, 1971), de Marosa di Giorgio.
En el país crecía la agitación política, las movilizaciones de los sindicatos y los enfrentamientos entre el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y las fuerzas militares. Tanto El libro de mis primos (1969) como Indicios pánicos (1970) hacen referencia a este contexto y se constituyen en presagios y denuncias de aquellos tiempos difíciles, pero también son la convicción de que «del horror a lo existente nacen (si somos valientes) los libros y las revoluciones».
En 1971 publicó su primer libro de poemas, Evohé. En medio de la agitación política este libro también fue un grito revolucionario –estético y sexual– y causó un escándalo por su tono transgresor, incluso dentro de la izquierda. Como ya lo hacía desde su época de estudiante, en esos años continuó publicando textos y artículos en las revistas Aquí Poesía, Los Huevos del Plata, y colaborando con el Club del Grabado. Ese año participó de dos antologías que daban cuenta de la denuncia del clima pregolpista: Poesía uruguaya rebelde y Cuentos de la revolución.
La violencia política que se vivía en Uruguay desde fines de los años sesenta tuvo su máxima expresión en 1972. En ese año Peri Rossi fue delatada en el liceo Rodó por defender a un colega, estaba amenazada y su vida corría peligro. En solo 24 horas dejó su casa, sus más de tres mil libros, sus discos, su carrera docente, su familia e inició la que sería su primera travesía, su primer viaje: el exilio. La madrugada del 4 de octubre se embarcó en el Giulio Cesare, transatlántico que tenía como destino final Génova.
A principios de los setenta, Barcelona era la ciudad más vanguardista de España, la ciudad de las emblemáticas Ramblas, una ciudad portuaria y plural, en la que se daban cita intelectuales y artistas exiliados latinoamericanos. Franco aún se encontraba en el poder en una dictadura que, si bien agonizaba, no facilitaba la vida a los refugiados políticos del Cono Sur. Sin embargo, la tradición editorial de Barcelona atrajo a muchos autores que encontraron en ella un refugio para su exilio político y literario. La denuncia y la crítica a lo que se vivía en sus países de origen fue una constante entre ellos. Peri Rossi no fue la excepción, y a los pocos meses de haber llegado fundó, junto con su amiga Lil Castagnet, un comité de ayuda a los presos políticos de Uruguay.
En enero de 1973, Peri Rossi empezó a trabajar en la editorial Lumen, que ya dirigía Esther Tusquets. En febrero del año siguiente viajó a París, invitada por Julio Cortázar. El escritor argentino había leído su primera novela, El libro de mis primos, y le mandó una carta muy elogiosa al semanario Marcha, donde la recibió Hugo Alfaro y la reenvió a Barcelona. Ese sería el comienzo de una intensa amistad que duraría hasta la muerte del escritor argentino: «Encontré la novela por casualidad, una mañana de invierno, revolviendo una mesa de la librería L’Amerique Latine, donde me siento como un sapo en pozo propio. Siempre encuentro cosas interesantes, de escritores que no conozco y me pregunto cómo los libros habrán llegado hasta allí».
A fines de 1974 la dictadura militar uruguaya se negó a renovarle el pasaporte y la dejó en condición de apátrida. Debió exiliarse nuevamente perseguida, además, por la policía de extranjería del régimen de Franco. Cruzó, indocumentada, la frontera con Francia y residió algunos meses en París. Regresó a Barcelona en 1975 y obtuvo la ciudadanía española. En esos años de exilio, compartió tertulias y encuentros con varios de sus excompañeros del semanario Marcha: Homero Alsina Thevenet, Ángel Rama, Beatriz Podestá, a los que se sumaba el pintor Glauco Capozzoli.
Frente a la imposibilidad de revalidar su título como profesora, comenzó a traducir a escritores italianos –Gillo Dorfles– y brasileños –Graciliano Ramos, Ignácio de Loyola Brandão y Clarice Lispector–. Sin embargo, su mayor labor de traducción la realizó del francés, en 1981 publicó Borrador para un diccionario de las amantes de Monique Wittig y Sande Zeig, en los años venideros se dedicó a autores como Guy de Maupassant, Baudelaire, Vercors, entre otros.
En 1977 recibió el Premio Pérez Galdós de Narrativa por «La rebelión de los niños», un relato que sería premonitorio de las atrocidades que luego realizarían las dictaduras latinoamericanas; el libro se publicó tres años más tarde, en Caracas. Al año siguiente, comenzó a colaborar con la revista Triunfo, que se había transformado en referente de la resistencia intelectual al franquismo. En ese período, también escribió para otras publicaciones: El Viejo Topo, Quimera, Cuadernos Hispanoamericanos. La prensa fue un medio importante para adquirir visibilidad y establecer una relación activa con el medio cultural español. Poco después, comenzó a publicar en El País de Madrid; colaboró con este periódico hasta fines de los noventa.
A comienzos de 1980 fue invitada por la DAAD (Deutscher Akademischer Austauschdienst), programa cultural de Alemania Occidental que anualmente convocaba a un intelectual no europeo para favorecer el intercambio creativo. Residió en Berlín durante nueve meses y trabajó en su libro Europa después de la lluvia (1986). Cruzó la frontera más de una vez para visitar Berlín Oriental y encontrarse con el editor que preparaba su primera traducción al alemán: La tarde del dinosaurio.
En 1983 publicó El museo de los esfuerzos inútiles, una colección de treinta piezas narrativas. Al año siguiente dio a conocer La nave de los locos, considerada la novela más importante del post-boom latinoamericano. «Todos somos exiliados de algo o de alguien. En realidad, esa es la verdadera condición del hombre», dice Equis, su protagonista. Una vez que cayó la dictadura, recuperó la nacionalidad uruguaya y regresó, por primera vez a su país natal para participar de la manifestación organizada para el Día de los Trabajadores, el 1 de mayo de 1985. Hasta el año 2004 la escritoria viajó varias veces para visitar a su familia en Montevideo.
Al año siguiente editó Una pasión prohibida, compuesto por veinte relatos que dan cuenta de su mejor condición de narradora. Dos años más tarde apareció el volumen de cuentos Cosmoagonías; también en 1988 publicó Solitario de amor, una novela de gran intensidad psicológica y de marcado tono lírico y erótico; un verdadero tratado sobre el deseo que reflexiona sobre el amor como veneno o enfermedad, fuerza que transforma al sujeto en un ser asocial, improductivo, que no atiende más que a su objeto de deseo, de ahí que «solo puede ser gregario el hombre que no ama».
La primera edición de Babel bárbara (1990) es venezolana; dos años más tarde reeditaría el poemario en España y obtendría el premio Ciudad de Barcelona, distinción que concede el Ayuntamiento de esa ciudad. También en 1992 recibió el Award Book of Poetry por la traducción de ese libro al inglés, realizada por Diana Decker. Poco después, la misma traductora publicaría la versión en inglés de Evohé (1994). Otros títulos de su obra han sido traducidos a varias lenguas, entre las que se cuentan: portugués, francés, italiano, sueco, hebreo, chino, japonés y esloveno.
En 1991 publicó Fantasías eróticas, un conjunto de ensayos que repasa las fantasías sexuales del mundo occidental y deja al descubierto los deseos más reprimidos, esos que el arte y el cine han retratado y transformado hasta convertirlos en íconos: el martirio de San Sebastián, Leda y el cisne, entre otros. Al año siguiente dio a conocer la novela La última noche de Dostoievski, una reflexión agridulce sobre la ludopatía.
En los noventa codirigió la colección Pandora de la editorial uruguaya Trilce, dedicada a literatura escrita por mujeres. En 1994 recibió la Beca Guggenheim y publicó Otra vez Eros. Al año siguiente se editó en Montevideo un volumen dedicado al estudio de su obra: Papeles críticos, coordinado por Rómulo Cosse. En los años venideros editaría los poemarios Aquella noche (1996) e Inmovilidad de los barcos (1997) y un libro de relatos, Desastres íntimos (1997), en el que explora el mundo interior de varios personajes: un club de fetichistas, un marido que ha abandonado a su mujer por otra o una madre asfixiada por su vida familiar.
En diciembre de 1997 viajó a Uruguay y participó de la Feria Nacional de Libros y Grabados que organizaba Nancy Bacelo. Era la segunda vez que asistía a un encuentro literario realizado en Montevideo: por invitación del Ministerio de Cultura de España, en 1994, había formado parte de las jornadas Letras de España, una serie de exposiciones y conferencias que se realizaron en distintas capitales americanas. En 1998 se publicó en Buenos Aires otro volumen crítico que estudia su obra, Cristina Peri Rossi: escritora del exilio de Parizad Tamara Dejbord.
El periodismo ha sido un género que cultivó durante todos estos años: «No ha pasado un mes sin que escribiera una nota de prensa, por lo menos [...] Solo tuve un lema, durante estos años de periodismo: no escribir nunca una sola línea que no pueda figurar en una utópica publicación de mis Obras completas». A fines de la década del ochenta comenzó a trabajar para Grandes Firmas de Agencia EFE, labor en la que se mantuvo por más de diez años, era la única mujer contratada en esta sección. También colaboró con medios como, Diario 16, ABC, La Vanguardia, y El Periódico de Catalunya.
En octubre de 1997 comenzó a publicar con regularidad en El Mundo, medio en el que mantuvo una columna hasta principios de 2020. Mercedes Rowinsky recopiló en El pulso del mundo una selección de artículos periodísticos publicados en distintos medios españoles entre 1978 y 2002. Durante esos años participó en numerosos programas de televisión, en entrevistas o como columnista.
En 1999 dio a conocer El amor es una droga dura, una novela sobre la obsesión de la pasión y también una crítica a nuestra manera de vivir, al estrés que provoca el éxito como único objetivo en la vida. El deseo, que atraviesa transversalmente toda su obra, es llevado en esta novela a límites extremos, ya que la contemplación de la belleza provoca en el protagonista la angustia ante la imposibilidad de retener lo sublime y pasajero.
Al año siguiente publicó Julio Cortázar en la colección Vidas literarias de la editorial Omega, donde relata el primer encuentro con el Gran Cronopio, sus vacaciones en Deià junto a Claribel Alegría y Bud Flukoll, y reproduce los quince poemas que él le dedicó. En una de sus cartas de 1977 Cortázar le había escrito: «Sé que serás benévola con estos poemas, cuyo único delito es haberlos escrito; pero a lo mejor no podía hacer otra cosa, la que hubiera querido, y sin embargo, te los debo, como te debo tantas otras cosas, sé que me vas a perdonar, y sé que los leerás con tu media sonrisa llena de ternura y de comprensión, porque vos leés más allá de las palabras, que es donde se encuentra el verdadero texto».
Su libro Estado de exilio recibió en 2002 el Premio Internacional de Poesía Rafael Alberti, se trata de un poemario conformado por textos compuestos durante treinta años, desde su exilio uruguayo: «Tengo un dolor aquí, / del lado de la patria». En los noventa, luego de su retorno a España, compartió varios encuentros con el poeta gaditano que, a su vez, se había exiliado en Punta del Este.
Al año siguiente publicó Cuando fumar era un placer, libro que narra la historia de amor que vivió con el cigarrillo durante décadas. En este ensayo relata cómo decidió convertirse en una mujer libre cuando, a los diez años, vio por primera vez a una mujer fumando; ya desde su infancia cuestionó los estereotipos clásicos de lo que se esperaba de una mujer en el Montevideo de mitad de siglo.
En 2004 publicó Por fin solos, un ejercicio narrativo en el que encadena quince relatos que tienen a las relaciones personales como vaso comunicante y están organizados a partir de las etapas de una historia de amor: enamoramiento, duración y decadencia. Ese mismo año editó Estrategias del deseo, libro que recibió el Premio Don Quijote de Poesía, entregado por la Asociación de Críticos y Escritores de España. En 2007 recibió el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Torrevieja por Habitación de hotel.
La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas la distinguió en 2008 como la escritora en lengua castellana que más había contribuido a la lucha por la paz y la justicia. Ese mismo año fue la primera mujer en recibir el Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe, por su libro Playstation. En ese poemario convierte la experiencia biográfica en ironía: «Es un libro insólito dentro de mi obra. Es coloquial y lo he llamado como esa consola de jugar, porque la literatura está vinculada al juego. La literatura es un juego y también es virtual».
Su libro Habitaciones privadas recibió en 2010 el Premio Internacional de Relatos Mario Vargas Llosa, fue publicado dos años más tarde en España y luego en Uruguay. Este libro marcó el retorno editorial a nuestro país, desde entonces ha publicado también aquí los libros editados en España en los últimos años. Se trata de diez cuentos absolutamente contemporáneos, que con ojo sociológico muestran el desarraigo y la incomunicación de personajes que viven en soledad: «Los escritores tenemos que decir algo del mundo que nos rodea y que nos ha tocado vivir».
En octubre de 2011, la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña rindió un emotivo homenaje a la que consideraron «una de las autoras más comprometidas y prolíficas del país». La escritora cerró el acto haciendo referencia al exilio como una experiencia enriquecedora: «Es como si hubiera tenido la oportunidad de vivir dos vidas. Me convertí como Jano en dos partes, dos cabezas, dos patrias, dos memorias». A su vez, el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay le concedió, en abril de 2013, la Medalla Delmira Agustini a la Actividad Cultural, entregada en Barcelona por el embajador de Uruguay en España, en el marco de la Bienal Uruguay-Cataluña.
Julio Cortázar y Cris, publicado con motivo del centenario del nacimiento del escritor argentino, ofrece nuevas anécdotas sobre su amistad, reproduce fragmentos de su correspondencia y reconstruye el tono y la magia de la relación que tuvieron durante diez años. Después de cinco años sin publicar poesía, volvió al género con la intensidad lírica de La noche y su artificio (2014), que contrasta con el tono de Playstation, su poemario anterior. En 2016 publicó Las replicantes, un título lleno de múltiples referencias a su obra y que también remite a esa «cadena de biografías de amor / llena de espectros / que conducen de una mujer a otra / como los afluentes de un río / que va a dar al mar / que por supuesto, es el morir».
En diciembre de 2018 la Academia Nacional de Letras de Uruguay la designó miembro correspondiente en Barcelona y publicó un dossier con estudios críticos sobre distintas facetas de su obra. En agosto del año siguiente se realizaron en la Biblioteca Nacional de Uruguay las jornadas 56 años Viviendo con Cristina Peri Rossi, con motivo de la publicación de su primer libro. La numerosa asistencia y los diversos estudios que se recogen en las actas de esas jornadas la confirman como una escritora muy leída por diversas generaciones.
Luego de casi veinte años sin publicar una novela, editó Todo lo que no te pude decir (2017), una severa crítica al patriarcado. Se trata de una obra coral en la que los personajes se van desplegando, pasando a primer y segundo plano conforme avanza la trama que desarrolla el epígrafe de Kristeva que encabeza la novela: «No hay mayor asimetría que la diferencia sexual y de género».
La Universidad de Talca, Chile, le entregó en 2019 el Premio Iberoamericano de las Letras José Donoso. Los integrantes del jurado destacaron «la excelencia de su amplia obra narrativa, poética, ensayística y periodística, así como su aporte a la difusión de las culturas y las letras iberoamericanas. El jurado reconoce la coherencia ética y estética de una obra que con valentía y rigor ha transitado por senderos de experimentación y plasticidad pública».
En 2020 publicó La insumisa, una novela autobiográfica en la que narra escenas de su infancia y adolescencia: la casa familiar en la calle San Martín, una temporada en el campo con sus tíos abuelos, los años de escuela y liceo, las primeras lecturas, los primeros amores. Episodios de una vida que fueron desarrollando el deseo de ser una mujer independiente, el proceso de formación de una escritora y el alejamiento de los estereotipos de mujer obediente e inhibida por las reglas sociales.
En el marco del Mes de la Diversidad, la intendencia de Montevideo la nombró Ciudadana Ilustre de la ciudad en setiembre de 2021. En su discurso de agradecimiento, Peri Rossi destacó el amor por su ciudad natal y repasó varios de sus lugares emblemáticos: el barrio Reducto, el estadio Centenario, el viejo Instituto de Profesores Artigas, el café Sorocabana. «La palabra Montevideo es una llave que abre las puertas de mi corazón. Desde que me fueron, hace cincuenta años la llevo adherida a mis zapatos […] Confieso, una vez más, que mi amor por Montevideo es casi una monomanía». En noviembre del mismo año Casa América Catalunya y la Universidad Autónoma de Barcelona le rindieron homenaje al destacarla como «una de las escritoras más importantes e imprescindibles en lengua española».
El 10 de noviembre de 2021 fue distinguida con el máximo galardón literario en lengua castellana, el Premio Miguel de Cervantes. El jurado se lo concedió por «reconocer en ella la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros. La literatura de Cristina Peri Rossi es un ejercicio constante de exploración y crítica, sin rehuir el valor de la palabra como expresión de un compromiso con temas claves de la conversación contemporánea como la condición de la mujer y la sexualidad. Asimismo, su obra, puente entre Iberoamérica y España, ha de quedar como recordatorio perpetuo del exilio y las tragedias políticas del siglo XX».
Nota: este texto es una versión resumida de «Casandra en la noche oscura de los significantes», cronología elaborada por Lil Castagnet y Néstor Sanguinetti para el catálogo de la muestra La nave de los deseos y las palabras, publicado por la Universidad de Alcalá en abril de 2022 con motivo de la entrega del Premio Cervantes y disponible para su descarga en este enlace.