Apuntes sobre un hombre de periodismo
Reconocido como un maestro del periodismo cultural y como un crítico cinematográfico legendario del Río de la Plata, Homero Alsina Thevenet (1922-2005) desarrolló, a lo largo de casi siete décadas de labor ininterrumpida, una obra de enormes dimensiones. Un corpus monumental que firmó en publicaciones de ambas orillas (Marcha, Film, El País, Adán, Panorama, Página/12, La Razón), y en el que fue trazando, claramente, un interés inagotable por temas que investigó de modo referencial, desde la caza de brujas del maccarthismo con sus listas negras de Hollywood, al código Hays y la censura, pasando por los cuestionamientos a la teoría del autor, los Oscars y el pasaje del cine silente al sonoro, tan determinante para muchas trayectorias.
Discípulo de René Arturo Despouey (1909-1982), personaje mítico de la escena cultural del primer medio siglo e integrante de la llamada generación crítica, HAT (en adelante, también Homero), creció en un hogar humilde del barrio Pocitos. Hijo de una maestra, Judith Thevenet, y de Eugenio Alsina, un periodista y crítico teatral de destacada labor como director del suplemento dominical de El Día, fue un accidente con una bicicleta el pasaporte directo a una formación cinéfila.
Con ese caudal informativo ganó un concurso radial sobre Motín a bordo en CX28, detonante este de su ingreso a Cine Radio Actualidad una vez que -encuentro fortuito mediante en la esquina de 18 de Julio y Yi- Despouey lo invitó a escribir en su revista. Corría el año 1937, y un HAT de pantalón corto ya daba sus primeros pasos en un oficio del que se volvería maestro.
Apenas dos años después, y coincidiendo con la publicación de El pozo, de Juan Carlos Onetti, HAT comenzó a ejercer como corrector de pruebas en la recién creada Marcha, a las órdenes de Carlos Quijano. Ambos amigos se conocieron allí, en la etapa inaugural del semanario, cuando Onetti era su secretario de redacción. Poco tiempo después, en 1944, comparertieron en Buenos Aires una pensión sobre la calle Córdoba.
La amistad trascendió y se encontraron en distintos momentos de sus vidas, tanto en Buenos Aires como en España. Sobre la famosa dedicatoria del cuento «Bienvenido, Bob», HAT comentará en una entrevista con Jorge Ruffinelli: «Me sorprendió pero no le pedí explicaciones ni él me las hubiera dado nunca pero para mí siempre quedó claro que yo no era Bob. Ciertamente lo que cuenta ahí no se ajustaba a nada preciso. Pienso que fue una dedicatoria amistosa, más de una vez ha dedicado cuentos y novelas. Hombre, le ha dedicado algo a Luis Batlle Berres también». Con estilos muy distintos de vida y de trabajo (más bohemio Onetti, más sistemático HAT), y con una diferencia de edad de trece años a favor de Onetti, Homero dirá en esa misma entrevista sobre su amigo: «aprecié siempre su humor reservado, su vocación de escribir por sobre todo con entera independencia de compromisos, moralidad, prejuicios y demás».
En una carta fechada el 15 de enero de 1943, Onetti le escribe a su amigo Julio E. Payró en Buenos Aires y le presenta a Homero. Por esos años el joven periodista pretendía probar suerte en la gran ciudad. Con admirable humor, el autor de El pozo reconoce varias de las virtudes que caracterizarían a HAT años después. En uno de los márgenes de esta carta mecanografiada en una hoja de Reuter, Payró escribió a mano: «"Pastiche" de Alsina»].
«Querido JEP:
Tengo aquí al costado a un incordio formal y oficial, que en sus 20 años jamás ha pisado Buenos Aires. Ahora bien, este buen señor, que se llama Alsina (H.A.T. firma, el muy pretendido periodista) dice, afirma y a veces comprueba que sabe escribir, documentación que no vale de mucho, porque hay mucha gente que dice lo mismo y sin embargo no sabe. Pues bien, este incordio se va a Buenos Aires, a pasarse quince días de vacaciones y a ver qué pasa. Tiene la gran ventaja de que está ahíto (!) de Montevideo, lo cual es una razón para irse. Con eso y todo, no sabe qué va a hacer a Buenos Aires. Lo más probable es que descubra que Baires es una enorme olla de imposibles grillos y que se venga de vuelta a su querido Montevideo natal. Pero si encuentra algo en Baires, se queda. Esa es la dificultad. Quiere encontrar algo en Buenos Aires, es decir, quiere solucionar el siempre apremiante problema económico. El periodismo suele no servir de mucho para eso: aquí en Montevideo evidentemente no le sirve (no porque no sepa ser periodista, sino porque no sabe y porque aquí es imposible vivir del periodismo; eso lo sabemos todos). Se va a Buenos Aires y dice que le han ofertado catorce mil cartas de recomendación. Yo no creo que se las hayan ofertado. Si se las ofrecieron, serán para gentes que no le van a servir de nada. Lo más probable es que él (ingenuo y agnóstico de Buenos Aires como es), las haya pedido, cayendo en la ingenuidad de creer que sirven para algo. No sirven para nada: ojalá esta sirva. El muchacho (el incordio que tiene veinte años) es algo inteligente (garantizado) pero nada más. Si JEP cree que eso sirve para algo, servirá: puede escribir de toda la sucia porquería que es el periodismo. Es lo suficientemente inútil para eso y es un poco menos inútil para escribir de cine, porque algo se acuerda de lo que es el cine (creo que algo domina de eso). Si Ud. cree que le encuentra algo adecuado (aunque sea momentáneo), déselo. No lo deje hablar mucho y además no le haga demasiado caso a sus impertinencias. Es muy impertinente; lo bastante como para haber escrito esta carta por mí, porque yo tenía mucho trabajo y lo dejé solo, masturbándose en la máquina en lugar mío. Suyo, por interpósita persona,
Onetti [a máquina]
P.D.: Recién ahora leo la carta. ¿Ve qué impertinente es? Ahora firmo de veras
Onetti [firmado]».
Publicación esencial en la consolidación de la llamada Generación crítica o Generación del 45, Marcha fue el lugar alrededor del cual se nuclearon los grandes nombres de ese grupo con aspiraciones transgresoras y refundacionales. Homero se acercó a la publicación en el mismo año de su fundación, 1939, buscando hacer experiencia como periodista.
Luego de una interrupción por su estadía en Buenos Aires, HAT tomó a su cargo la página de cine en el año 1944, y la compartió desde 1946 con su amigo desde la época de Cine Radio Actualidad, Hugo Alfaro (1917-1996). La buena sintonía y confianza entre los periodistas queda de manifiesto en el hecho de que decidieron no firmar las críticas de uno y otro, compartiendo cualquier responsabilidad al respecto. Y compartiendo, más allá de las diferencias de estilo, esas premisas que serían identificatorias de la generación, es decir, el afán pedagógico, la superación del provincianismo local, la independencia de criterio y la ausencia de condescendencia en la valoración de una obra, ya fuera extranjera o local.
Con Emir Rodríguez Monegal, HAT también desarrolló una amistad que así dejó registrada en el obituario de 1985, cuando señalaba que:
En 1987, el Fondo de Cultura Económica publicó la traducción al español que HAT realizó de Borges, una biografía literaria, el extenso tabajo de Rodríguez Monegal -orginalmente escrito en inglés- sobre el escritor argentino. No era la primera vez que ambos críticos del 45 trabajaban juntos. En 1964 editaron el libro Igmar Bergman, un dramaturgo cinematográfico, que según Jorge Ruffinelli es el primer libro sobre el genio cinematográfico sueco publicado fuera de su país de origen, tal como afirma en la siguiente anécdota:
«En agosto de 2005 conocí en Lima a Bibi Andersson [...] Cuando me presenté, no olvidé decir que en mi país se había publicado el primer libro sobre Bergman fuera de Suecia. Bibi lo sabía y hablamos brevemente sobre ese hecho» (El País Cultural n.º 891).
Esa precocidad ya había sido manifestada en 1952, cuando HAT integró el jurado del Segundo Festival de Cine de Punta del Este, ponderando las virtudes de Juventud divino tesoro (Sommarlek), juicio que se anticipó a la consideración mundial sobre la obra de Bergman.
En 1948, HAT y Carlos Maggi protagonizaron una polémica en las páginas de Marcha en torno a la naturaleza de la crítica. En su artículo de junio de ese año, Maggi cuestionaba la pretendida objetividad de la crítica, proponiendo en su lugar un ejercicio de valoración más cercano a esa “conmoción” del alma del crítico. Al respecto, y en sintonía con el estilo polémico que identificaría a esta generación, responde HAT:
Tal aspiración de objetividad es la que HAT también plasmaría en sus recordadas “Indicaciones a colaboradores” de El País Cultural, suplemento cultural del diario El País que comenzó a circular en el año 1989, un proyecto que Homero presentaría a ese matutino a través de su colega Jorge Abbondanza. El objetivo de esas indicaciones era sencillo: como suplemento de una publicación masiva, llegar al lector, a todos los lectores. Explicaba entonces que:
Esa suerte de militancia por un estilo que no excluyera a ningún lector, cuajó en una publicación cuyo prestigio llegó a trascender fronteras, llegando a ser considerada, en opinión del escritor Tomás Eloy Martínez, «el mejor suplemento cultural de América Latina».
Con el humor que lo caracterizó, resumió en esta hoja de estilo las recomendaciones para los colaboradores de El País Cultural, como se aclara el encabezado tiene validez durante todo el siglo XXI. Allí recomendaba eliminar la primera persona del singular y del plural, suprimir los signos de interrogación (el lector no quiere preguntas) y de exclamación (nunca reforzarán una frase débil), prescindir de los «comodines de la prosa» y, sobre todo, ser preciso en los datos: nombres, títulos, fechas, sitios.
Pero entre Marcha y El País Cultural hubo mucho camino recorrido. Entre 1952 y 1955, y una vez despedido de Marcha por desavenencias con Quijano (quien no quería cubrir la edición de 1952 del Festival de Cine de Punta del Este, cosa que Homero desafió a todas luces), HAT creó y dirigió, a instancias de Cine Universitario, una revista mensual especializada en cine, Film, preámbulo de su experiencia siguiente en El País. Llegó a este matutino en 1954, escribiendo en la página de espectáculos a cargo de Antonio Taco Larreta. Un año después, cuando Larreta ganó una beca para estudiar teatro en la Academia de Roma, propuso el nombre de HAT para dirigir la página. A partir de entonces, Homero comenzó a vivir por primera vez del periodismo, renunciando a su trabajo en la Caja de Ahorro Postal. Fue uno de los períodos más fecundos en su trayectoria, un mojón en su carrera.
En 1965, y tras una década en El País, HAT se instaló en Buenos Aires, y a instancias de Tomás Eloy Martínez trabajó en el semanario Primera Plana. Apenas un año después, en 1966, ingresó a la editorial Abril, primero como secretario de redacción de la revista Adán y más tarde en Panorama. El golpe militar de 1976 lo obligó a exiliarse junto con su segunda esposa, Eva Salvo, en Barcelona. En este país no logró vivir del periodismo, se dedicó a hacer traducciones y publicó algunos de sus libros, entre ellos, Chaplin, todo sobre un mito, en editorial Bruguera.
En ese período se reencontró con algunos de sus compañeros del semanario Marcha, entre ellos con Beatriz Podestá y Cristina Peri Rossi, con quienes se reunía en su casa para jugar rummy-canasta. Fue precisamente allí donde el grupo vio por última vez a Ángel Rama, antes del accidente de noviembre de 1983, así lo recordaron en el número que póstumamente le dedicó Cuadernos de Marcha. HAT compartió varias experiencias en Barcelona con los «ex marchistas». Rama recoge una de ellas en su diario personal, así relata cómo fue para Homero el comienzo del año 1978:
«El año nuevo ha venido: nadie sabe cómo ha sido. Cenamos con Carlos, Judith, Homero y Eva, más la madre de esta que me da noticias de Lily en Florencia con su marido y su hijita.
El fin de año con la copa de champán de rigor interrumpe una conversación sobre el proyecto de Homero de una revista literario-cultural (libros, cine, artes, música) para la que me compromete si vengo en abril a Barcelona. Un modo de restaurar una actitud crítica que no encuentra en las publicaciones españolas. Lo cree posible contando con el viejo equipo uruguayo de los «marchistas». Me pregunto si siguen resultando tan novedosos, si no van quedándose atrás en la problemática actual.
Suena el teléfono: desde Suecia lo llama su hijo Andrés (estuvo un año sin tener noticias suyas, temiendo lo peor todos los días y, repentinamente, hace dos meses, recibió una carta desde Estocolmo adonde había pasado desde Baires como exiliado) y el júbilo salta en su voz. Cierra los ojos mientras le habla, entregado a su emoción y es simplemente un padre que oye y habla a un hijo querido, recuperado. Eva lagrimea. Es el mejor comienzo del año nuevo».
En 1980 HAT volvió a Montevideo por una breve estadía y fue entrevistado por Manuel Martínez Carril y Jorge Abbondanza para Cinemateca Revista, publicación con la que empezaría a colaborar a distancia. En esa entrevista, se lo presentaba de la siguiente manera:
«Seguramente la crítica cinematográfica uruguaya habría sido otra sin Alsina y seguramente no habría alcanzado el prestigio y respeto internacional que obtuvo a partir de la década del 50 y que -sea como fuere- todavía mantiene fuera de fronteras. Quizá porque el estilo es el hombre, Alsina conserva intacta la vivacidad, la rapidez de la réplica, el sentido penetrante y agudo del humor, que fueron también su sello personal como periodista. Como dijo alguien, "está igual que siempre, solo que con alqunos años mãs".
En quince años fuera del Uruguay hizo muchas cosas, todas vinculadas al periodismo o a la literatura crítica. A ellas se refirió en un diálogo que mantuvo con dos redactores de Cinemateca Revista, donde repasó esa trayectoria desde sus comienzos y donde actualizó sus ideas sobre el cine, un tema que lo apasiona y que hizo apasionante para quienes durante años leyeron sus crónicas o escucharon sus charlas locales».
Estos años fueron el preámbulo de su vuelta al Río de la Plata, en 1984, con la reapertura democrática. Instalado en Argentina, trabajó en La Razón, Siete Días, El Porteño, Página/12. En esta última, y luego de una crítica negativa de HAT sobre Sur, de Fernando Solanas, es despedido por su director, Jorge Lanata.
En todo ese recorrido vital y profesional, que culmina con su labor al frente de El País Cultural, publicación a la que se dedicará hasta el final de su vida, HAT publicó más de una veintena de libros que comprimen lo medular de su obra en recopilaciones varias de sus artículos. Surgieron así títulos como Crónicas de cine (1973), Cinelecturas I y II (1989 y 1991), Primeros y últimos planos (1997) o Historias de películas (2001). HAT recreó en estos libros las vicisitudes en torno al proceso de gestación y exhibición de una película, así como perfiles de directores, productores y otras figuras. Un compendio de notas sobre títulos paradigmáticos de la historia del cine resulta, así, una puerta de entrada segura a algunos tramos fundamentales de la historia del siglo XX.
Tiempo después de la muerte de Homero, su viuda –Eva Salvo– donó a la Biblioteca Nacional parte de la biblioteca personal de HAT: más de un centenar de libros sobre cine, periodismo, catálogos de festivales, la colección de El País Cultural, además de varios de los libros de su autoría. Entre estos materiales se destacan algunos volúmenes dedicados por colegas y amigos, entre ellos: Amanda Berenguer, Ángel Rama, Antonio Muñoz Molina y Hermenegildo Sábat.
La semana del lunes 12 de diciembre de 2005, El País Cultural anunció la triste noticia de su fallecimiento. Un año después le dedicó un número especial, en el que participaron Jorge Ruffinelli, Hugo Rocha, Rosario Peyrou, Elvio Gandolfo, Jorge Abbondanza, Hermenegildo Sábat y Antonio Larreta; en la contratapa, una anécdota de Juceca retrata lo que dijo Gustavo Laborde sobre HAT: «Llevó el pan a la mesa de varios periodistas».
No fue el único homenaje que se le rindió por esos años, el canal Tevé Ciudad le dedicó una entrega del ciclo «Los libros y el viento», lo mismo hizo Pablo Silva Olazábal en su programa de radio La Máquina de Pensar, cuando en 2013 destinó toda una semana a recordar lo que fue el magisterio de Homero para varias generaciones de periodistas. Con motivo del Día del Libro, en 2018 la Academia Nacional de Letras homenajeó a El País Cultural y, en especial, a su fundador y primer director.
En 2010, Álvaro Buela, Elvio Gandolfo y Fernando Peña culminaron la titánica tarea de recopilar las notas dispersas de HAT, un corpus de cuatro extensos volúmenes que repasan su trayectoria en distintos medios de prensa uruguayos y argentinos. Estas Obras incompletas comprenden los textos que Homero no publicó en libro y suman más de cuatro mil páginas; a su vez, para homenajearlo en enero de ese año se organizó un ciclo de cine en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.
Las que anteceden son apenas unas pinceladas sobre la vida y la obra de un hombre que dedicó sus días al periodismo y la crítica cinematográfica, y se constituyó, página tras página, en un referente ineludible de nuestra cultura. El mejor homenaje en su centenario, por cierto, sigue siendo acercarse a sus textos, ese caudal casi infinito que sigue destilando, imbatible, su encanto y vigencia.
Texto y edición digital: Ángeles Blanco* y Néstor Sanguinetti
Fotografía: Graciela Guffanti
*Ángeles Blanco integró el equipo de El País Cultural entre los años 2005 y 2007, antes había realizado, en 2004, una pasantía honoraria en esa misma redacción. Se acercó a El País Cultural en 2003, a partir de una monografía de grado para la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (Udelar) sobre Arturo Despouey, para la cual el testimonio de HAT y Hugo Rocha, además de originales inéditos del mismo Despouey, fueron una invalorable contribución. Un extracto de ese trabajo fue publicado en El País Cultural n.º 752 (4 de abril de 2004), con título y un primer párrafo propuestos por HAT. Fue su primera nota publicada en prensa.
Bibliografía:
Blanco, Ángeles. «Pequeño titán», en La Diaria. Montevideo, 5 de agosto de 2022.
Buela, Álvaro; Gandolfo, Elvio; Peña, Fernando. Obras incompletas, volúmenes I, IIa, IIb y III. Buenos Aires: Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, 2010.
Guerriero, Leila. «Vida del señor sombrero», en El Malpensante. Mar del Plata, 2010.
Martínez Carril, Manuel; Abbondanza, Jorge. «No modifiqué nada de las cosas que yo creía» [entrevista a HAT], en Cinemateca Revista. Montevideo, 1980, pp. 20-29.
Onetti, Juan Carlos. Cartas de un joven escritor. Correspondencia con Julio E. Payró. Montevideo: Trilce, 2009.
Rama, Ángel. Diarios (1974-1983). Montevideo: Trilce, 2001.
Ruffinelli, Jorge et al. El País Cultural n.º 891. Montevideo, 2006.