Las obras
La Pinacoteca de la Biblioteca Nacional se fue formando a lo largo de muchos años, en base a donaciones y algunas compras. La adquisición de obras más significativa que presentamos en esta exposición es el encargo realizado en el en el año 1972 por la Biblioteca Nacional a José "Pepe" Montes, alumno del Taller Torres García, de una colección de retratos de escritores uruguayos. La galería de retratos pintada por Montes incluye a tres contemporáneos de la época: Juan Carlos Onetti, Enrique Amorim y Alberto Zum Felde; casi una elección singular para los siempre un tanto restrictivos criterios de la cultura oficial (en cambio falta el casi inevitable Rodó), aunque la colección de Montes también está integrada por retratos de escritores uruguayos, como Antonio Lussich, que tiene fecha anterior.
Se trata de una colección bastante heterogénea, aunque de claro corte temático literario. Posee obras variadas y de artistas renombrados, desde un grabado del francés Edouard Manet, hasta un retrato del poeta Ángel Falco por parte del mexicano David Alfaro Siqueiros, pasado por una amplia gama de artistas nacionales, pintores y escultores.
Édouard Manet
Los historiadores del arte suelen coincidir en que el camino que lleva a la modernidad artística, pasando por el Impresionismo, se inicia a mediados del s. XIX con la obra de Édouard Manet.
Los románticos franceses consideraban a España un país no del todo occidental, cuyo exotismo les resultaba fascinante. En 1845, Théophile Gautier, amigo de Manet, publicó un Voyage en Espagne, muy popular en la época. El interés de Manet por España era más específico y pasó por estudio cuidadoso de pintura española de la época del barroco, en especial Velázquez, y por su interés por Goya. En 1860 viajó a España para estudiar de primera mano las obras de estos maestros en los museos de El Prado y Sevilla. El grabado que presentamos en la Exposición, Flor Exótica, hay una referencia clara a los grabados de Goya donde aparecen majas, como Tal para cual y Bellos consejos.
David Alfaro Siqueiros
Se considera generalmente el Muralismo mexicano como el momento inaugural del arte del s. XX en América Latina. El Muralismo era la mezcla de tres poderosos componentes: modernidad artística, raigambre popular y mensaje revolucionario.
David Alfaro Siqueiros integra la lista de los “tres grandes” del muralismo mejicano, junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco. Tuvo una vida que fácilmente se puede calificar de novelesca: soldado de la Revolución Mexicana, conocedor de primera mano en París del cubismo junto con Diego Rivera, militante comunista, combatiente de la Guerra Civil Española, sicario estalinista que intentó asesinar a Trotski, varias veces preso político, combinó en su vida los pinceles con las armas de fuego y las aventuras amorosas. En esta exposición presentamos un retrato que hizo del poeta uruguayo Ángel Falco, encargado por éste cuando era cónsul del Uruguay en México.
Taller Torres García
Cuatro de los artistas que presentamos en esta exposición, José Montes, Edgardo Ribeiro, Horacio y Augusto Torres fueron discípulos de Joaquín Torres García y todas las obras que presentamos de ellos muestran la fuerte impronta de las enseñanzas del maestro, en el planteamiento sintético del dibujo y en la paleta de colores. Es de destacar de todas formas la presencia de la personalidad de cada artista dentro del marco de una ortodoxia estética bastante estricta: muestra de esto son los dos retratos de Francisco Espínola que presentamos, uno por Horacio Torres y otro de José Montes, casi iguales en la postura de la figura retratada, y sin embargo diferentes en la forma en que presentan al personaje.
Retratistas
Los retratos que se presentan en la sección final de la Exposición muestran escritores y músicos del siglo XIX o comienzos del XX, representados por medio de las convenciones que la pintura académica aplicaba en el género del retrato. Tres de las figuras representadas estuvieron vinculadas a la fundación de la Biblioteca Nacional: Dámaso Antonio Larrañaga el primer director de la Biblioteca y Manuel Pérez Castellano, quien impulsó la creación de la biblioteca y en su testamento donó el primer fondo de libros, más el local donde habría de funcionar y José Enrique Rodó, quien por un corto tiempo fuera interventor de la institución.
Para la BNU es un verdadero gusto poder mostrar parte de su rica colección de arte para que el público pueda apreciar estas importantes obras del acervo que también son de su propiedad.
Biblioteca Nacional,
diciembre de 2020