Arte poética y filosofía
ARTE POÉTICA
Pensar en la naturaleza de la poesía fue uno de los puntos en los que Oribe se concentró mucho. Tanto la influencia de sus lecturas filosóficas como su curiosidad frente al abismo de lo desconocido lo hicieron un autor que intentó, una y otra vez, pensar en la sustancia de la poesía así como comprender su proceso de creación.
Para iniciar este segmento es pertinente incluir sus reflexiones metapoéticas porque dejan en evidencia el lugar desde el que Oribe entiende que se realiza su oficio.
En las carpetas de documentos originales se encuentran dos textos mecanografiados que refieren a este asunto: Poesía de 1965 y ¿Qué significa el poema? de 1967. El primero es un largo poema estructurado en tres partes que se inicia con la siguiente declaración: «Poesía / es un estremecimiento del Ser / vivido bajo forma de eternidad». Estos versos pretenden definir la poesía y, de esta manera, retoman la búsqueda antes realizada por tantos poetas de todos los tiempos.
En la última sección del poema el yo lírico afirma: «Yo te alzaré un gran templo entre los ídolos / y tus líneas apenas sugeribles / y nunca extintas, / reinarán para siempre sobre el mito / del pensamiento puro». Luego de pasar por el reino de las emociones y sensaciones, es seductoramente conducido por un «tú serpiente» y se compromete a la construcción del templo del pensamiento a partir de la experiencia estética, para dar cuenta de la idea de lo poético.
Este afán lo retomó en ¿Qué significa el poema? Esa pregunta del título parece transitar los senderos andados por el método filosófico, puesto que, a modo de ejercicio surge de la pregunta del título y la amplía en la siguiente interrogación, que con variantes inicia o cierra cada estrofa: «¿Por qué renunciar a ser arúspice del cosmos?». En un lenguaje lejano, por lo arcaico, la voz lírica se pregunta sobre los motivos para negarse a ir tras las entrañas del cosmos. Allí la curiosidad hecha poema, allí la búsqueda del sentido, no ya en una imagen que promete ser desplegada mientras se avance en el recorrido de los versos, sino en el ejercicio filosófico de la pregunta en sí misma que, en este texto, funciona como estribillo responsable de su resonancia en el lector.
Sobre su oficio de hacer poesía, en la entrevista «El espíritu enfila hacia la belleza», Oribe recordó el efecto de la lectura del «Coloquio de los centauros», largo poema de Rubén Darío que integra Prosas profanas (1896), con el que se sintió desafiado a la hora de considerarse poeta. No es casual que entre esos versos se lea: «El enigma es el soplo que hace cantar la lira». Ese desafío inicial quizás hizo que el halconero buscara horizontes entre los astros y que rescatara la figura del arúspice en ¿Qué significa el poema?
Ya un Oribe maduro, luego de la presentación de El canto del cuadrante (1938), se permitió bucear en estas profundidades filosóficas, inclinándose hacia la poesía de la idea. Encontramos junto al impreso correspondiente a ¿Qué significa el poema? cuatro folios mecanografiados en tinta azul en que, a modo de exégesis, afirma:
He sido, lo soy, un devoto de la inteligencia. No lo niego. No lo temo. He creído adivinar una inteligencia poética allí donde termina la dimensión lógica y metafísica —y más adelante agrega— me complace con frecuencia el persistir en la contemplación de lo simple y divino del pensamiento puro en sus máximas revelaciones.
En Poética y plástica (1930) propuso pensar en su experiencia durante el proceso creativo y, en ese momento, vinculó la creación artística con el misterio porque afirmaba que esta se encuentra envuelta en secretos indescifrables. En otro fragmento agregó:
Amo la poesía en el poema complejo; donde la unidad integral del poema, con el misterio y la emoción, presenta amplios contornos definidos, compatibles con la insinuación y la musicalidad de los detalles y procedimientos.
A propósito de estos asuntos, en una muy rica polémica sobre los límites entre la filosofía y la poesía Vaz Ferreira afirmó: «El poeta es aquel que imagina y nos hace creer que las apariencias sensibles expresan algo substancial permanente… que no existe.» Ante esto, Oribe respondió: «El poeta es aquel que elucida las categorías reales del Ser por medio de la expresión mágica del lenguaje».
En Teoría del nous (1934) actualizó el concepto de nous (inteligencia) propuesto por Platón y lo hizo dialogar con la noción de belleza, dado que entendió que es en este diálogo donde se brinda espacio para el aspecto más elevado del alma.
En 1960 publicó Ars magna, libro que es el resultado del recorrido de su obra poética decantada en forma de antología. En esta selección compuesta por una treintena de textos, sus inquietudes parecen colmarlo. Un detalle que resulta curioso es que, cuando el autor lo consideró pertinente, agregó una nota al pie con el título Noticia con la explicación del poema y el alcance de los conceptos allí propuestos. Compartimos la siguiente cita, del poema que da título al volumen, que puede considerarse como su arte poética.
Ars magna
La eternidad / desciende del verso oscuro, / igual que a un lago un cisne. / Un pensamiento exacto con lo infinito. / Es un contacto / donde lo bello abísmase, / en lo puro. / La forma espiritual ha hendido el muro / de una tiniebla. / En el más frágil acto, / revela al universo estupefacto, / qué ustorio espejo / va a abstraer lo impuro. / La perfección / sostiene entre lo vago / la exactitud de un cuerpo sobre un lago. / La forma / elude el más carnal defecto. / Si al gran poeta / un Dios habita y nombra / el hombre asciende / y borra umbral de sombra. / Sueña en su eternidad / el Ser perfecto. [...]
A la palabra le demandó su más singular acepción, «La palabra en el verso, no debe ser música, ni color, ni relieve, ni emoción, ni adorno, ni matiz, sino eso reunido en síntesis por la inteligencia. Es decir, idea pura».
Las serpientes eternas
¡Ah, tan irresoluble,
como el poder que hace crear los mitos,
dinastías y cantos,
será siempre el enigma
de los encantadores de serpientes!
[...]
Admirad a los jóvenes encantadores de serpientes,
solemnes como ascéticos demiurgos,
filosofantes lúdicos con párpados de fuego,
que en su oficio restauran
toda una ardua temática ancestral,
para que el monstruo luzca al orbe espléndido
su impávida belleza!
[…]
Al verlas en tal trance,
yo, Emilio Oribe, enuncio
la sorprendente hipótesis
de que existe el jardín de las serpientes eternas
[...]
Dominar un instante
la creación absoluta del espíritu,
violando el gran secreto que clausura
el eléata jardín de las ideas perfectas,
que no es otro que el jardín de las serpientes eternas,
donde éstas,
como avaras,
atesoran
las grandes sinfonías
de los siglos,
los pálidos teoremas de las artes,
y el frenesí de las danzas y los cantos.
[...]
Emilio Oribe diserta sobre Poesía filosófica para el programa radial Autores uruguayos actuales. Grabado en el SODRE, Radiodifusión del Uruguay, en 1964.