Íntimo

El estudiante, el hermano, el hijo

Ya las primeras páginas del diario dan la pauta de la vida cotidiana de Ibero que es al mismo tiempo estudiante, hijo, hermano y pintor en formación. 

En la entrada del 23 de julio de 1964 anota: «En materia artística estoy apurado en que llegue el fin de semana pues tengo un tema para pintar y quiero llevarlo a cabo». Anotaciones de este tipo son frecuentes y, a medida que transcurre el tiempo, se detiene a describir los temas que imagina, a valorar lo hecho, a registrar los materiales utilizados e incluso sus costos. Además, menciona otro de sus intereses, del que deja constancia a lo largo de los dos cuadernos, se trata de la presencia de la televisión. Son asiduas las menciones a programas televisivos –en este caso– Viendo a Biondi y Encrucijada y más adelante a Telecataplum, Combate, El show de las urracas, Mediodía con usted, entre otros.

Su hermana Sara también está presente. Apenas unas páginas más adelante, Ibero nos hará saber que es ella quien provee de la música de The Beatles, banda que escucha con atención y que oficia como cortina musical del diario. Su padre, el profesor Ibero Gutiérrez, es una figura infaltable en la preparación de cada escrito de Literatura y su madre es la compañera en los conciertos del Sodre y quien le obsequia la entrada para ver a Marcel Marceau.

Al comienzo de la entrada del día 24 de julio aparece el estudiante orgulloso de la calificación obtenida y esto se repetirá cada vez que entienda que su esfuerzo es recompensado. Sobre el final de la entrada, registra los nombres de los allegados, todos asisten a un cumpleaños y como buen adolescente no siempre encuentra gratas las salidas familiares: «Yo por mi parte no me divertí mucho, aunque no se puede negar que estuvo divertido. Estaban: Juan, Diego, Fito, Humberto y yo. Cantamos un poco, comimos, hicimos chistes, bebimos y demás».

Libro II. 4 de julio de 1965. REDACCIONES ESCOLARES

Libro II, 4 de julio de 1965, El charcoHistoria de una gotita de agua. Archivo familiar Sara Gutiérrez.

El día 4 de julio de 1965, Ibero redescubre su escritura de infancia. Él junto a sus padres se sorprenden de las redacciones hechas en tercero y cuarto año de escuela. La sorpresa es tal que decide copiarlas en su diario. Imágenes como «parecía un pedazo de espejo tirado en la calle» y «el casco de un mulo desgarró el charco», dejan en evidencia, la mirada sensible que de la imagen más cotidiana y simple logra captar eso que no se ve y que tanto conmueve. Ese niño escolarizado y buen estudiante aplica el conocimiento del ciclo del agua y la evaporación se transforma en alma, relato impregnado de la tradición católico-cristiana recibida en casa. Historia de la gotita de agua contiene toda la inocencia de la pregunta inicial «¿a dónde irán?». Pregunta que con el paso de los años adquirirá otras significaciones.

Es habitual que durante la adolescencia el individuo se pregunte quién es y cómo es visto por los demás, en este sentido revisar sus textos o ver sus fotos de pequeño no tendría nada de particular; sin embargo, lo que resulta llamativo es la capacidad que tiene el autor de tomar distancia de sí y enjuiciar estéticamente su producción. La valoración estética es la razón por la que rescata sus composiciónes de infancia y las coloca en el diario bajo el título Antología, operación que supone una selección y, otra vez, una conciencia de autor.

Otra es la escritura que leemos en la página derecha, allí aparece la descripción atenta y detallada del inicio de la película Murder ahoy! (George Pollock, 1964). Junto a la descripción observa y registra: «Por fin aparece una toma en blanco y negro, de un pueblito inglés (he encontrado cierta disposición innata de los ingleses, por las tomas de arriba; para eso deben ver en el libro I el día 19 de mayo del 65) luego de no sé dónde surge en la pantalla, siempre de arriba una vieja, gorda, de pelo gris, apresurada y con un paraguas negro que entra a una tienda». La atención al procedimiento de la cámara y de los detalles muestran, en restrospectiva, el ojo entrenado del plástico y al futuro dramaturgo que capta desplazamientos, gestos, vestuario y uso del espacio.

Dimensión trascendental

Collage [Mujer pop]

Collage sobre cartulina, 33 x 22,5 cm, S/F, Ibero Gutiérrez. MUME

El 10 de marzo de 1972, Hugo Alfaro escribió lo siguiente en su columna de Marcha, «Reportajes a la realidad»: «Asimiló, según sus padres, la esencia misma del Evangelio, y efectivamente Cristo habita de un modo u otro en todo lo que escribió y pintó. Católicos “prácticos” (a don Ibero la palabreja no le gusta nada), los padres del muchacho orientaron a sus hijos –“sin forzarlos”, subraya, y Sarita asiente– en su propia fe. La compartió Ibero desde chico. Pero bastó que Pablo VI dirigiéndose en Medellín a los campesinos explotados, les pidiera “un poco de resignación”, para que aquel se sintiera desde entonces ajeno a la iglesia vaticana, aunque no a la Iglesia pobre y combativa del Tercer Mundo» (Marcha. 10 de marzo de 1972:15). A propósito de este artículo, es un dato significativo que en el archivo Idea Vilariño, que custodia la Biblioteca Nacional, se encuentre este ejemplar de Marcha y en él referenciado con un rótulo rojo la noticia sobre la muerte de Ibero Gutiérrez. Este gesto al igual que el que señalara Alfaro, «[...] el día del entierro una multitud veinteañera quiso llevar su cuerpo a pulso, las treinta cuadras largas que separan el hogar de sus padres y el cementerio del Buceo», dejan ver el impacto que causó la noticia en la población.

Una y otra vez en los diarios se registra la asistencia familiar a misa, tanto como las reuniones de sus padres en su casa con Miguel, el cura de la parroquia. Lo religioso en Ibero se refleja en su obra, dado que no es solo una la tela dedicada a la imagen de Jesús. A tal respecto indica en el Libro II: «Estuve pintando [...] es la cabeza de Cristo [...] lo pienso llamar La pasión San Mateo» (Libro II, 25 de julio de 1965).

Libro II. 25 de junio 1965. LO RELIGIOSO

Libro II, 25 de junio de 1965. Archivo familiar Sara Gutiérrez.

En el catálogo del MUME, antes referido, se cuentan unas cuatro imágenes que giran en torno a este tópico. No obstante, es pertinente repetir que apenas con 19 años Ibero se desilusiona del papa Pablo VI por las recomendaciones que este hace a los campesinos colombianos con el fin de evitar los levantamientos y la revolución (Markarian, 2012: 115).

Libro II. 21 y 22 de octubre de 1965. ME AUTOCOMPRENDO

Libro II, 21 y 22 de octubre de 1965. Me autocomprendo. Archivo familiar Sara Gutiérrez.

Más allá de esta última valoración, el cuestionamiento político y social –que lo hace mirar con recelo la figura del papa y con él a la iglesia vaticana– no le impide ser un joven con constantes cuestionamientos existenciales que  experimenta desde su condición de  hombre de fe. Se trata de un joven que en su búsqueda no descarta lo trascendente, de hecho, en el segundo cuaderno se lee: «[...] nadie puede comprender mis cosas porque ellas están relacionadas con mi yo, que ellas son realmente el yo o auto ego o existencia propia e innata. Luego deduzco que soy incomprensible a los demás (Me autocomprendo). La vida es una autocomprensión y una justificación constante en la existencia en donde esta se convierte en la búsqueda de Dios que es la existencia misma que era –como habíamos quedado– una búsqueda del ego trascendental, o Mahoma, o Buda, o Jesucristo».

Esta búsqueda aparece reflejada en la secuencia compositiva que inicia con unos trazos que remiten a la imagen característica de Buda y que luego se transforman en espiral. Línea curva que se aleja del centro infinitamente y cuyo diseño refiere al orden físico como al espiritual.

El artículo de Alfaro destaca su «gran sentido del silencio». En la entrevista al padre, este afirma: «Decía [Ibero] que había que ser como los hindúes: re encontrarse, encontrar la paz espiritual, estar callado, pensar las cosas, no escapar de sí, estar consigo mismo; no juzgar, comprender; conocerse, y por conocerse, conocer al prójimo» (Marcha. 10 de marzo de 1972: 15).

[Trascendente]

Técnica mixta sobre papel, 64 x 27 cm, Retrátate a ti mismo, s/f. Ibero Gutiérrez. BNU.

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